
Paloma vuelve a sentarse en las rodillas de su abuelo materno y recuerda ,con cariño, cómo surgían gatitos en forma de circunferencia con pesetas o perras gordas.
Años más tarde, La Escuela de artes aplicadas y oficios artísticos de su ciudad, Granada, le permitió conectar más con la pintura.
En sus años de universidad, participó en varias exposiciones colectivas con el mercadillo de arte el Abanico.
En Cartagena, tuvo sus primeras exposiciones en multitud de galerías, algunas ya desaparecidas.
Mírame, su última colección, invita a conocer el fascinante mundo animal desde un primer plano.
Su inocencia e indefensión le causa respeto y admiración.
Paloma no ha perdido la esperanza en el ser humano, seria injusto meterlo en un cajón.
Deja una respuesta